-Eso nadie lo sabe, porque cuando vos seas abuelo, habrán pasado muchos años y muchas cosas serán distintas, algunas de las que hoy tenemos, ya no existirán. Cuando yo era chiquito como vos, la vida y las costumbres eran distintas y muchas cosas, que hoy tenemos, no las teníamos.

-Pero cómo, ¿vos no jugabas con la Tablet?

- No, porque no existía, tampoco teníamos televisión, ni celulares.

- ¿Y con que jugaban? - Con el trompo, el balero, o hacíamos barriletes…

- ¿Qué es todo eso, son juguetes?

- Si, son juguetes con los que jugábamos en la vereda. Había muy pocos automóviles, podíamos jugar a la pelota en la calle. Las nenas jugaban a saltar con la soga o a las escondidas.

- Abu, era todo muy distinto, ¿no? - Si muy distinto. Pero lo que hacíamos y teníamos también era muy diferente a lo que hacían mis papás en su pueblo en Italia. En ese entonces, tenían mucho menos que nosotros. Las nenas, desde chiquitas, aprendían a tejer y coser. Ayudaban a la mamá en la cocina y en la limpieza de la casa. Si la mamá se “iba al cielo”, la hija mayor con sólo 12 o 14 años, asumía el rol de la madre. Y los varoncitos ayudaban al padre a trabajar en el campo o en el taller, si era artesano.

- Abu ¿y mis nietitos con que van a jugar? ¡Ah, ya se, en una nave espacial, entre las estrellas!

- No mi amor! Espero que no.

- ¿Porque no Abu, si es lo que veo por la tele en las historias del futuro…?

- Bueno, esas son historias que se hacen para la tele. Pero lo que yo desearía y espero, es otra cosa muy distinta.

- ¿Qué esperas, Abu?

- Tus nietos serán como nosotros, parte de la naturaleza. Nosotros vivimos y nos desarrollamos como las plantas, somos muy parecidos a los animales, solamente que como pensamos, somos inteligentes y podemos tener una Tablet.

- Ah, por eso un compañero del cole me dice que soy como un mono sin pelo.

- Claro, sin pelo, pero con inteligencia. Por eso los monitos viven en la selva y nosotros en las ciudades.

- Entiendo. - Esto es muy importante que lo tengas siempre presente. Somos parte de la naturaleza. Por eso nacemos y crecemos, pero además reímos, lloramos, queremos estar juntos, hacemos cosas, nos abrazamos y nos amamos.

- ¡Entendí Abu!

Arq. Eduardo Cavallaro