Somos ya una gran congregación de seres con espíritu de león, para provocar el sonido que jamás se ha escuchado en la tierra.
Cuando desatemos el sonido de Dios, nuestras lágrimas serán cambiadas por risa y nuestro lamento por baile. No es tiempo de llorar ¡ES TIEMPO DE RUGIR! ¡Impresionante! La raíz de adorador es la alabanza. Porque la alabanza es la fuente que está en nosotros, es el sonido del LEÓN. Ese es Dios.
Dios rugirá desde nosotros para quebrantar y hacer pedazos a nuestras oscuridades. El rugir de Dios es para traer dos cosas: Destruye y establece su reinado. Por eso, cuando estemos pasando por cosas difíciles, el león que está dentro de nosotros se levanta en forma de alabanza para arrancar lo que se cruza por el camino. Allí surge la guerra espiritual, el León (Jesús) contra los animales (los demonios).
Isabel García